
En un mundo donde el ritmo de vida exige soluciones prácticas y eficaces, la industria de los complementos alimenticios se reinventa constantemente para adaptarse a las necesidades reales de la población. En este contexto, surge una tendencia innovadora y con gran proyección: los complementos alimenticios en formato Lozenges, es decir, pastillas para chupar. Este tipo de formato no solo facilita la administración, sino que también ofrece ventajas biológicas y asistenciales que podrían posicionarla como una de las opciones preferentes en los próximos años.
Una necesidad de salud real: adherencia y eficacia
Uno de los mayores retos en el uso de complementos alimenticios, especialmente en personas mayores, pacientes polimedicados o con dificultades de deglución, es la adherencia. Estudios recientes, como el publicado en Journal of Nutrition, Health & Aging (2021), revelan que hasta un 30% de los adultos mayores tienen problemas para tragar comprimidos o cápsulas, lo que repercute negativamente en la constancia del tratamiento y, por ende, en su eficacia.
Las pastillas para chupar, también conocidas como comprimidos bucales o sublinguales, permiten una administración más cómoda y amigable, sin necesidad de agua ni instrumentos adicionales. Al disolverse en la boca, el principio activo pasa casi de inmediato a la sangre que irriga la mucosa sublingual, de modo que el organismo alcanza antes la “dosis útil”:
- Tmax corto (Liberación rápida): es el tiempo que tarda el producto en hacer efecto; en una pastilla para chupar puede reducirse a la mitad frente a un comprimido convencional.
- Cmax más alto (Absorción directa): al saltarse parcialmente el hígado, la concentración máxima en sangre es mayor y el pico se percibe antes (por ejemplo, melatonina o cafeína).
- AUC superior (Alta biodisponibilidad): si dibujásemos la concentración en sangre a lo largo de las horas, el área bajo esa curva sería más grande comparado con otros formatos; es decir, llega más activo útil al organismo sin aumentar la dosis.
En la práctica, esto significa que vitaminas, minerales o extractos como la melatonina alcanzan la concentración efectiva en cuestión de minutos y el cuerpo aprovecha mejor cada miligramo ingerido, algo especialmente valioso en pacientes que buscan resultados rápidos o presentan problemas de absorción gastrointestinal.

Innovación tecnológica con base científica
La tecnología detrás de las pastillas bucales no es nueva, pero ha evolucionado notablemente. Gracias a la microencapsulación y a los excipientes de liberación controlada, es posible diseñar comprimidos que liberen sus ingredientes activos de forma gradual en la boca, maximizando su efecto y prolongando su acción.
Un buen ejemplo lo encontramos en los estudios sobre la vitamina B12 sublingual. Investigaciones como la publicada en Clinical Therapeutics (2019) han demostrado que las formulaciones sublinguales de esta vitamina pueden alcanzar niveles plasmáticos comparables a los de la administración intramuscular, lo que ha impulsado su uso en personas con deficiencias leves a moderadas.
Este principio se puede aplicar también a complementos con probióticos, extractos vegetales, melatonina o incluso minerales, siempre que la formulación se adapte adecuadamente al entorno bucal.
El papel del farmacéutico: educación, consejo y seguimiento
Desde la perspectiva asistencial, el farmacéutico juega un papel crucial en la incorporación de estos productos a la vida diaria de los pacientes. En primer lugar, puede identificar a los perfiles más adecuados para este formato: personas mayores, niños, pacientes polimedicados, o cualquier usuario que presente problemas con las formas convencionales.
Además, el farmacéutico tiene la capacidad de explicar el modo de uso correcto, aspecto especialmente importante en los productos de absorción bucal y realizar un seguimiento activo para valorar la eficacia percibida y la adherencia. Esta labor es coherente con la visión moderna de la farmacia como centro de salud de proximidad, en la que la prevención y el autocuidado son pilares fundamentales. Este enfoque no solo favorece al paciente, sino que también aporta valor añadido a la oficina de farmacia, reforzando su papel como espacio de consejo profesional y no como mero punto de venta.

Una solución alineada con el estilo de vida actual
Más allá de los aspectos clínicos y farmacológicos, las pastillas para chupar responden a un estilo de vida que demanda practicidad, discreción y rapidez. Tomar un complemento sin necesidad de agua, de forma silenciosa y en cualquier lugar (trabajo, transporte público, durante el ejercicio físico, etc.) hace que esta forma farmacéutica encaje especialmente bien en la rutina diaria de adultos jóvenes y activos.
También cabe destacar la percepción positiva del consumidor hacia este tipo de productos, que asocian el acto de chupar una pastilla con algo agradable, similar a un caramelo funcional, especialmente cuando están diseñadas con sabores agradables y sin azúcares añadidos.
Conclusión: más que una moda, una evolución natural
Las pastillas para chupar representan una evolución lógica y necesaria dentro del sector de los complementos alimenticios. Aportan ventajas tanto en eficacia como en comodidad, mejoran la adherencia y ofrecen nuevas oportunidades para que el farmacéutico ejerza su rol de educador y cuidador en salud pública.
Lejos de ser una moda pasajera, esta forma farmacéutica se alinea con las necesidades reales de la población, aumento del autocuidado y búsqueda de soluciones eficaces y accesibles. El futuro de los complementos alimenticios, en muchos casos, podría pasar por la boca… literalmente. Y el farmacéutico está llamado a ser uno de sus principales impulsores.