
Vivimos una transformación sin precedentes en la industria cosmética. La demanda de soluciones eficaces que también sean sostenibles ya no es una tendencia pasajera: es una exigencia estructural por parte de los consumidores, las autoridades regulatorias y la comunidad científica. Ante este nuevo paradigma, las empresas debemos encontrar fórmulas que nos permitan responder a estas tendencias, manteniéndonos alineados con los retos medioambientales globales sin comprometer la eficacia ni la seguridad de nuestros productos.
Con este propósito en mente, desde L’Oréal Dermatological Beauty hemos apostado por las Green Sciences, o ciencias verdes, que se consolidan como una herramienta clave para imaginar, diseñar y producir una dermocosmética que combine el poder de la naturaleza con el rigor científico, permitiéndonos avanzar hacia una belleza más responsable, sostenible y eficaz. Este método transforma la forma en la que desarrollamos productos, entendiendo de una forma más profunda el impacto que queremos generar en el mundo.
Una revolución con base científica
Las Green Sciences –un conjunto de disciplinas que integran la biotecnología, la química verde, la ciencia de formulación, la agronomía sostenible y la bioingeniería– ofrecen un enfoque científico que permite extraer lo mejor de la naturaleza mediante procesos sostenibles y de alta precisión tecnológica. No hablamos de una cosmética “natural” entendida como sinónimo de marketing verde. Hablamos de innovación con base científica, que emplea metodologías responsables para garantizar fórmulas de alto rendimiento, seguras para las personas y respetuosas con el planeta.
Esta transición implica un cambio radical en cómo se concibe la fabricación de productos en el sector dermocosmético, creando un modelo de producción que combina observación de la naturaleza, inspiración biomimética y desarrollo tecnológico avanzado. Gracias a su aplicación, más del 65% de nuestros ingredientes ya son de origen vegetal, como la glicerina o el alcohol, y el 80% son fácilmente biodegradables, lo que contribuye a reducir significativamente nuestro impacto ambiental.
Desde el cultivo hasta la formulación, cada fase del desarrollo de productos se reconfigura en torno a un objetivo común: lograr ingredientes eficaces, seguros y con el menor impacto ambiental posible. Para ello, disciplinas como la biotecnología, la química verde o la extracción sostenible se sitúan hoy en el centro de la transformación.
En primer lugar, la biotecnología es un proceso que permite la obtención de ingredientes como el ácido hialurónico –presente en numerosos productos de cuidado de la piel– mediante el cultivo de microorganismos (bacterias, levaduras, microalgas, hongos) o de células vegetales en biorreactores o entornos controlados, al tiempo que se preservan los recursos naturales. Esta tecnología avanzada permite desarrollar moléculas con propiedades dermatológicas específicas, en condiciones reproducibles y trazables.
Es el caso del plancton marino derivado de la microalga Vitreoscilla filiformis, cuyas propiedades antimicrobianas y antioxidantes refuerzan las defensas cutáneas y favorecen la regeneración de la piel. Otro ejemplo significativo es el ácido hialurónico extraído del almidón de maíz, que además de su eficacia, destaca por ser biodegradable y de producción sostenible, reduciendo el uso de recursos fósiles y agua.
Por su parte, la química verde apuesta por disolventes no petroquímicos e integra desde su concepción principios clave como el impacto medioambiental, la reducción de la energía y la sostenibilidad de sus productos y procesos. Esta metodología genera los menores residuos posibles y permite transformar ingredientes naturales en activos de alto valor sin comprometer la seguridad ni el entorno.
También destaca la extracción verde, que transforma materias primas vegetales sin generar residuos tóxicos ni alterar sus propiedades beneficiosas. En lugar de procesos agresivos, se emplean métodos suaves y selectivos que protegen tanto al ingrediente como al ecosistema de origen.
Esta nueva ciencia de la piel es ya una realidad que está cambiando la manera en que se formulan, evalúan y comprenden los productos dermocosméticos, demostrando que la eficacia y la sostenibilidad pueden alcanzarse simultáneamente gracias al avance científico.
Respondiendo a una demanda social real
La transformación del sector cosmético no se explica sólo por la evolución científica y tecnológica, sino por una conciencia creciente entre los consumidores. Según datos de Kantar, el 93% de los consumidores afirma querer “vivir de forma más sostenible” y los datos del estudio predicen que la búsqueda activa de opciones sostenibles seguirá creciendo, pasando del 22% al 29% para 2030.
Este cambio de mentalidad tiene una relevancia aún mayor si consideramos que el mercado mundial del cuidado de la piel alcanzó un valor de 112,7 mil millones de euros en 2023 a nivel mundial. Es una industria con un impacto masivo y una responsabilidad proporcional. Transformar su modelo hacia la sostenibilidad debe convertirse en una prioridad estratégica para asegurar su futuro.
Esta sensibilidad no sólo responde a una mayor educación medioambiental, sino también a una búsqueda de bienestar holístico: cuidar la piel y la salud, pero también cuidar el planeta. Y esta visión cobra especial relevancia en la dermocosmética, un campo que combina eficacia terapéutica con altas exigencias de seguridad dermatológica.
Pero la sostenibilidad no empieza en el laboratorio, sino mucho antes. La trazabilidad, el abastecimiento ético y la protección de la biodiversidad son pilares esenciales de las Green Sciences. Un caso paradigmático es el de la centella asiática de Madagascar, una planta con potentes propiedades antienvejecimiento. A través de asociaciones locales, garantizamos su recolección sostenible, la preservación del ecosistema y una retribución justa a las mujeres que la cosechan. Este modelo combina el respeto por las comunidades locales con la excelencia científica, al optimizar los procesos de extracción para que sean más sostenibles y eficientes.
El futuro de la dermocosmética se construye desde la ciencia, sí, pero también desde el compromiso. En L’Oréal Dermatological Beauty, nos hemos fijado el objetivo de que todos nuestros ingredientes sean de base biológica, derivados de procesos ecológicos o procedentes de la economía circular para 2030. Esta ambición se enmarca en una visión más amplia de belleza regenerativa, en la que el impacto positivo sobre la sociedad y el medio ambiente no sea una excepción, sino la norma.
El reto es enorme, pero también lo es la oportunidad. La cosmética del futuro no será sólo más eficaz o más natural, será más responsable. Y en ese viaje, las Green Sciences son nuestra brújula.