Es una tendencia que va cada día a más y que podría llegar a prevenir enfermedades, mejorar la calidad de vida de los pacientes e incluso bajar el gasto sanitario de los gobiernos. Para llegar a este escenario será necesario crear un ámbito de seguridad para los profesionales y un sistema de regulación y evaluación de apps.

Cada año que pasa se da un paso de gigante en la tecnología móvil y aunque con esta velocidad es difícil predecir el futuro, lo que parece claro es que tenemos ante nosotros una nueva vía de innovación en el mundo de la salud que no debemos desaprovechar.
Dentro de esta tecnología móvil el mundo de las apps ha crecido de forma imparable, tanto, que se hace muy difícil discernir entre las de gran calidad y las que no siguen ningún criterio válido, siendo esto último especialmente peligroso en el ámbito que nos movemos, ya que pueden resultar en un perjuicio para la salud.
El año pasado se hizo famoso el caso de varias apps destinadas a ayudar al paciente en el diagnóstico de melanomas, que cuando fueron testadas, un 25% de ellas erraba en el diagnóstico, dando falsos negativos. Esto implicaba que estos pacientes tenían menos probabilidades de hacer seguimiento con el médico en un proceso en el que el tiempo es vital y las probabilidades de supervivencia mayores cuando es detectado a tiempo.
En una reunión sobre el mundo digital a la que asistí hace pocos días, le preguntaron a los ponentes, en qué campo creían que iba a llegar la siguiente revolución tecnológica, dónde había más camino por recorrer, y la respuesta fue clara, en el mundo de la medicina. En el reciente CES (Consumer Electronic Show) de las Vegas, el mayor congreso tecnológico del mundo, este año se dedicó un 40% más de espacio para el área de salud respecto al año pasado y más de 300 compañías relacionadas con el mundo digital de la salud presentaron sus productos.
Cuando hablamos de apps de salud, hay que distinguir entre las que van dirigidas a profesionales sanitarios y las que van al paciente, muy distintas en su contenido.
Apps destinadas al profesional sanitario
En nuestro trabajo diario las peticiones de desarrollo de apps por parte de la Industria Farmacéutica han supuesto un incremento del 300% respecto al año anterior y cada vez más, se va ampliando la utilidad de las mismas. Esto viene dado también porque el 80% de las empresas con las que trabajamos ya disponen de equipo de ventas con iPad.
La Industria lo ha incorporado rápidamente porque conlleva un gran avance en muchos aspectos, ya que las apps permiten una mayor personalización, interacción, flexibilidad y facilitan en muchos casos el trabajo tanto del visitador médico o farmacéutico como del profesional. En general, los profesionales sanitarios lo han aceptado muy bien y la mayoría de ellos están contentos con este nuevo enfoque.
Algunos ejemplos de apps sobre los que estamos trabajando:
- Gestión documental y acceso a repositorios online, tanto para actividades de médicos, como para los propios equipos comerciales.
- Programas de formación médica continuada, casos clínicos y sesiones clínicas con sistemas de votación en tiempo real.
- Imágenes multidimensionales para el diagnóstico de algunas enfermedades o para la posterior explicación de ellas al paciente.
- Minivideojuegos didácticos para Clínicas y Oficinas de Farmacia.
Apps destinadas al paciente
Sin quitar importancia a lo anterior, hay otro área donde poner el foco y en el que queda mucho camino por recorrer: las apps que van dirigidas al paciente. Estas apps que tienen el potencial de cambiar el sistema sanitario tal y como lo entendemos hoy en día, requieren un enorme compromiso por parte de la Industria, de los Gobiernos y de los Profesionales sanitarios para llegar a suponer un gran salto cualitativo respecto a lo que tenemos ahora.
Quizás suene a utopía atribuirle a un conjunto de apps la mejora en calidad de todo un sistema sanitario y desde luego no se les puede dar todo el mérito, sino que será su integración en los tratamientos y en el sistema lo que permitirá dicha mejora.
La mayoría de las apps de salud dirigidas a pacientes son, en general, una ayuda para estar mucho más informados sobre un determinado tema, pero cada vez más, están surgiendo aplicaciones más completas y con nuevas utilidades como:
- Ayudar a prevenir enfermedades promoviendo hábitos saludables e incluso ayudando a un diagnóstico precoz.
- Crear una interacción profesional-paciente más continuada, compartiendo información con más frecuencia.
- Ayudar en el cumplimiento de un tratamiento, creando sistemas de alertas.
- Monitorizar la frecuencia de constantes vitales como la frecuencia cardiaca o la saturación de oxígeno en sangre, a través de sensores en los dispositivos tecnológicos.
Según el último Informe Socialogue de IPSOS, que en Diciembre 2013 fue compartido ampliamente en los medios, el 26% de los españoles usa aplicaciones de salud por recomendación médica, siendo superados en Europa únicamente por Finlandia (28%). Es un estudio que cuando llegó a mis manos, tengo que decir que me sorprendió el que estuviéramos tan avanzados en España en este tema, pero hay que reconocer que estamos ante una generación de médicos muy avanzados en este sentidos y bastante familiarizados con las nuevas tecnologías.
Necesidad de un control
En la tienda Apple de EE.UU. hay más de 40 mil apps bajo el paraguas de salud, pero en global, se cree que puede haber en torno a unas 100 mil. La Industria estima que en el 2015, 500 millones de usuarios de smartphones en todo el mundo usarán aplicaciones de salud. Ante estos números, el problema al que nos enfrentamos es que no estamos preparados para esta velocidad, y existe actualmente muy poco control sobre las distintas apps que se generan para el paciente.
Los pacientes se descargan apps de salud directamente bajo el criterio de las más descargadas, ya que son las que primero aparecen en los buscadores, convirtiéndose en un círculo en el que, las más descargadas, cada vez tendrán más ventas. Hace falta la ayuda de profesionales que ponga luz sobre este asunto y orienten a los pacientes sobre qué es interesante y qué no.
Por su parte la FDA ya ha tomado cartas en el asunto y en Septiembre 2013, sacó una guía de actuación para regular las apps que sean consideradas “aparatos médicos”. Hay unas 100 apps aprobadas. Un ejemplo de aplicación de las más punteras y aceptada por la FDA es la WellDoc Diabetes Management. Esta app ha demostrado a través de estudios, que mejora el resultado del tratamiento de los pacientes cuando se usa entre médico y paciente. Ayuda en el cuidado de la dieta, la medicación, el ejercicio, el mejor momento para medición de la glucosa en sangre, generando los correspondientes patrones. Tal ha sido el interés despertado que muchas de las principales empresas de EEUU, ofrecen un sistema de reembolso a los empleados a los que se les prescribe esta aplicación.
Presente y futuro
Si miramos las estadísticas, hay todavía una gran diferencia numérica entre los médicos que creen que las apps beneficiarían a los pacientes y los médicos que están de acuerdo con prescribirlas. Y es que todavía hay muchas barreras para que el médico pueda “recetar” una app:
- Distribución del uso de Android/Apple (IOS) entre la población. La utilización de esta tecnología es inferior entre la población de más edad, que a su vez, es la que concentra la mayor parte del gasto sanitario.
- Ámbito legal y regulatorio que le permita realizar dicha prescripción.
- Metodología para prescribirla.
- Coste para el paciente.
- Conocimiento de la propia app.
No es algo insalvable y más aún si se siguen creando apps de gran calidad y utilidad. Es responsabilidad nuestra, tanto de los desarrolladores, como de la Industria, el dar razones suficientes para que se avance en este sentido y se facilite todo lo posible al profesional la prescripción de estas apps.
Como resaltaba al principio, tenemos ante nosotros una nueva tecnología con mucho potencial y el tiempo dirá si son las apps o una versión tecnológicamente más avanzada, pero lo que importa es que cada vez tenemos más herramientas para ayudar a los profesionales sanitarios a mejorar la calidad de vida de los pacientes y esto es motivo suficiente para sacarle el mejor partido posible.