Desde que Apple lanzara al mercado el primer iPhone en el año 2007, las prestaciones y beneficios que los smartphones ofrecen a los diferentes sectores no han hecho más que evolucionar favorablemente. Las aplicaciones han sido, son y seguirán siendo la pieza fundamental para el desarrollo y progreso del sector móvil, cada día más unido al sector sanitario.
El ecosistema de aplicaciones móviles y el valor añadido que este software permite a los dispositivos es cada vez más amplio en las diferentes plataformas y en cada sector, especialmente en el de salud y medicina, a través de aplicaciones para la prevención, tratamientos, información, etc.
Las apps se han consolidado como una herramienta imprescindible para muchos profesionales sanitarios e incluso para sus pacientes. Dada la situación actual de crisis económica , éstas pueden favorecer a la reducción de costes en el sistema sanitario: eliminando trámites burocráticos, mejorando la gestión de la información o favoreciendo la relación médico-paciente a través de una amplia información relativa a la prevención, tratamientos, mejoras y consejos, etc.
Es evidente que estamos asistiendo a la fusión tecnología móvil-salud. De hecho en el pasado Mobile World Congress 2012, el lema “Redefiniendo el Móvil”, se orientaba principalmente a las aplicaciones sobre la salud, seguridad, transporte y publicidad.
Entre los modelos más extendidos en las aplicaciones enfocadas en la salud y el sector farmacéutico destacan aquellas con temas relacionados con la prevención de enfermedades o accidentes, información sobre diagnóstico o dosificación correspondiente a cada tratamiento, ayudas para dejar de fumar, detección precoz de enfermedades, problemas de salud (como audición, visión, etc.), tratamientos e información para controlar o perder peso entre otras.
La implantación de la tecnología en la medicina ha favorecido a un rápido diagnóstico de los pacientes a la vez que éstos tienen acceso a más y mejor información. En otras ocasiones, las aplicaciones también favorecen la mejora de las capacidades cognitivas de los usuarios, como por ejemplo a través de los videojuegos.
Cada vez es más habitual ver a médicos que realizan la consulta a través de su iPadtablet o bien recurren a estos dispositivos como fuente de información inmediata o para prescribir la medicación correspondiente a un tratamiento.
La revolución tecnológica ha contribuido a la alteración del modelo de negocio de muchos sectores. En ocasiones la adaptación puede no resultar tan sencilla como se esperaba, pero este no es el caso de la sanidad, donde está siendo posible una extensión con el objetivo de aportar valor al usuario final. Junto con el sector turístico, es uno de los sectores más beneficiados del avance tecnológico debido a los innumerables usos y beneficios que las apps aportan.
Los smartphones permiten un acceso a la información en cualquier lugar o momento, ofreciendo un océano de posibilidades de interacción entre pacientes y profesionales, mejorando la atención de la salud de una forma eficiente y exitosa, o bien entre los propios profesionales. A través de un smartphone los pacientes pueden tener mayor acceso y control sobre su salud, así como a la información de los registros médicos. Una aplicación móvil puede llegar a ser calificada por un usuario como "una herramienta que ayuda mejorar su salud". Es en este punto donde los médicos y expertos en tecnología deben unificar sus conocimientos para hacer posible este cambio.
Empieza a ser común hablar de m-Health (Health Mobile o "salud móvil"), para hacer referencia a los dispositivos móviles como un principal punto de apoyo en la medicina. Todos llevamos un teléfono inteligente en el bolsillo, ¿por qué no tener acceso a toda la información médica a través de él?