En un mundo donde la salud y el bienestar son cada vez más valorados ante los retos y desafíos que se nos presentan, la industria farmacéutica se erige como un pilar estratégico no sólo para el sector sanitario, sino también para la economía global. Como director general de Incyte, he tenido el privilegio de observar de cerca cómo esta industria además de transformar vidas gracias a innovaciones médicas, también impulsa el crecimiento económico y la sostenibilidad de nuestro entorno.

La industria farmacéutica es, ante todo, un motor de innovación. A través de la investigación y el desarrollo, las compañías farmacéuticas han logrado avances significativos en el tratamiento de enfermedades que antes se consideraban incurables. Este progreso mejora la calidad de vida de los pacientes, pero también reduce la carga asistencial sobre los sistemas de salud pública al ofrecer tratamientos más efectivos y menos invasivos.
En España, la industria farmacéutica ha sido un actor clave en la mejora de la salud de la población. Según un informe reciente, la inversión en medicamentos tiene el potencial de reducir de manera indirecta el gasto en otras partidas presupuestarias, gracias a la prevención, el tratamiento y la cura de un gran número de enfermedades. Por tanto, este efecto compensación de los medicamentos mejora el estado de salud de la población y reduce la presión asistencial, permitiendo un uso más eficiente de los recursos sanitarios.
Contribución socioeconómica: un valor añadido
Asimismo, más allá de su impacto en la salud, la industria farmacéutica es uno de los sectores de mayor peso en la economía. Según el último informe sobre el valor estratégico de la industria farmacéutica en España, publicado por Farmaindustria, las empresas farmacéuticas contribuyen significativamente al Producto Interior Bruto (PIB) y al empleo. Buena muestra de ello es que en 2023 la industria farmacéutica se estima que generó más de 27.000 millones de euros de valor añadido, lo que representa el 1,9% del PIB español. Un beneficio al que hay que unir que el sector mantiene más de 242.000 empleos directos, indirectos e inducidos, lo que equivale al 1,2% del total de ocupados en el país.
Y otro de los puntos fuertes del sector es que también juega un papel crucial en la internacionalización de la economía española. Con una propensión exportadora seis veces superior al promedio nacional, las empresas farmacéuticas contribuyen tanto a la balanza comercial como a la atracción de inversión extranjera directa, fortaleciendo así la posición de España en el mercado global.
Investigación y Desarrollo: el corazón de la innovación farmacéutica
La investigación y desarrollo (I+D) es el corazón de la innovación farmacéutica. En 2022, las empresas farmacéuticas en España invirtieron más de 1.400 millones de euros en I+D, convirtiendo al sector en la segunda actividad industrial que más recursos dedica a la investigación. Esta inversión impulsa el desarrollo de nuevos medicamentos y dinamiza el ecosistema investigador, fomentando la colaboración con hospitales, universidades y otros centros de investigación.
En este sentido, la estrategia de compañías farmacéuticas como la nuestra se alinea perfectamente con estos objetivos. Incyte invierte en I+D, pero también promueve la colaboración con otras entidades e instituciones, como el mundo académico y las bioempresas, para potenciar el trabajo conjunto en pro de una innovación que se traduzca en soluciones reales y accesibles para los pacientes. Y que, en definitiva, se traduce en más de 30 ensayos clínicos en colaboración con 60 entidades públicas y privadas y más de 105 millones de euros de inversión. Una dotación y un sistema de colaboración clave para generar un ecosistema de innovación que beneficie a toda la industria, a los pacientes y el sistema sanitario y, en última instancia, a la sociedad en su conjunto.
Sostenibilidad y responsabilidad social: un compromiso con el mañana
La sostenibilidad y la responsabilidad social son componentes esenciales de la estrategia de negocio de la industria farmacéutica. En Incyte, creemos que es posible lograr un crecimiento empresarial sostenible que cree valor para los accionistas, mejore la vida de los pacientes y contribuya a un futuro más resiliente y equitativo. Desde nuestros comienzos, hemos implementado programas de voluntariado y donaciones a organizaciones benéficas, demostrando nuestro compromiso con la comunidad.
Además, conscientes del papel fundamental que las empresas deben desempeñar en el logro de los objetivos de la Agenda 2030, hemos adoptado un enfoque de sostenibilidad empresarial que no solo se centra en el presente, sino que se extiende al futuro, buscando preservar y mejorar los recursos actuales para tener un impacto positivo en las generaciones venideras.
Un futuro prometedor para el sector
En conclusión, la industria farmacéutica es un pilar estratégico para el futuro de la salud y la economía. Su capacidad para innovar, mejorar la salud pública, impulsar el crecimiento económico y fomentar la sostenibilidad la convierte en un actor clave en la sociedad moderna. En España, las empresas farmacéuticas, como Incyte, están a la vanguardia de estos esfuerzos, invirtiendo en I+D y colaborando con instituciones locales para desarrollar tratamientos que satisfagan necesidades médicas no cubiertas. A nivel global, en Incyte destinamos más del 40% de nuestros beneficios a I+D, una de las ratios más elevadas del sector.
A medida que avanzamos hacia el futuro, es esencial que continuemos apoyando y fortaleciendo la industria farmacéutica, reconociendo su valor estratégico y su capacidad para transformar vidas. Sólo a través de la colaboración y el compromiso podremos afrontar los desafíos de salud y económicos que nos esperan, asegurando un futuro más saludable y próspero para todos.
En suma, la ciencia nos plantea día tras día nuevos desafíos que requieren respuestas urgentes y trabajo en equipo. En Incyte tenemos la certeza de que cada reto es una oportunidad para un gran avance y que cada avance tiene un rostro, un nombre y una historia. La capacidad de adaptación y la voluntad de explorar caminos inexplorados son los factores que definirán nuestra capacidad de transformar vidas.