El pasado mes de agosto la UE declaraba el fin de la crisis económica. Diez años después del estallido de la misma, Bruselas emitía un comunicado en el que destacaba que la economía de la Eurozona volvía a estar “en forma”, con el desempleo en el nivel más bajo desde 2008 (9,1%), y el PIB comunitario creciendo este año por quinto año consecutivo; indicadores ambos que reflejan, para la CE, que Europa ha dejado atrás la mayor recesión de su historia.
Esta positiva evolución también se registra en España –con una previsión de alza del PIB del 3,1% para 2017 según el Fondo Monetario Internacional (FMI)- y se deja sentir en un buen nivel de confianza por parte de expertos y empresarios, quienes -según el Consenso Económico1 de PwC correspondiente al tercer trimestre de 2017- se muestran confiados en que en los próximos doce meses se prolongue lo que califican como “momento dulce” que atraviesa la economía española, caracterizado, como indica la publicación, “por la positiva evolución de todas las variables macroeconómicas: exportaciones, inversión, empleo, consumo e inflación”.
Señales que invitan al optimismo
Un momento dulce que invita también al optimismo en la previsión de incremento de las plantillas. Así, según la XX Encuesta Mundial de CEOs2 elaborada por la misma consultora, el 50% de los primeros directivos españoles tiene previsto aumentar su plantilla en estos próximos meses.
Esas previsiones de incremento de la plantilla se traducen en un aumento de las ofertas de empleo y las contrataciones. Según la encuesta de empleo de Farmaindustria, que analiza 185 compañías farmacéuticas representantes del 87,5% del mercado farmacéutico español, incluyendo oficinas de farmacia y hospitales, el número de empleados del sector farmacéutico ha aumentado en un 1,1% en 2016, hasta alcanzar las 39.392 personas, y prevé superar las 40.000 a lo largo de 2017. En relación a las ofertas de empleo, se percibe una mayor oferta de puestos de todo tipo, en especial, puestos de soporte a las áreas de venta, puestos de marketing, puestos de análisis, puestos relacionados con el mundo digital, etc.
Son todas ellas, sin duda, señales alentadoras… que invitan al optimismo; al optimismo moderado, porque si bien es cierto que hay situaciones que la superación de la crisis está revirtiendo, al menos la dinámica ha empezado a cambiar…, a nadie se le escapa que una crisis de tal envergadura como la sufrida ha dejado no solo heridas que el paso del tiempo curará, sino que ha generado también estragos más profundos, cuyos efectos presentan mayor alcance y recorrido, y que se manifiestan en forma de retos estructurales -desempleo, desigualdad, crecimiento y modelo productivo…- que demuestran que aún queda mucho por hacer para dar por finalizado el legado de la crisis.
Y desafíos que llaman a la acción
También en clave de desajustes, que, si bien siempre han existido en el mercado laboral, ahora se ven incrementados tanto por la recuperación de la actividad como por, y sobre todo, la velocidad de los cambios experimentados.
Y es que, por un lado, la realidad del mercado de trabajo hoy muestra una mayor oferta de empleos y también un incremento de la rotación voluntaria, un indicador utilizado para “medir” el estado de salud del mercado laboral. En este caso, el indicador confirma los indicios de reactivación: la media de empleados que dejaron su trabajo de forma voluntaria ha pasado de aproximadamente 1 por cada 600 en 2010, a 1 por cada 120 a finales de 2016. Esto significa que el número de trabajadores que ha abandonado voluntariamente sus puestos de trabajo - algo que mayoritariamente se produce por la búsqueda de nuevos retos profesionales- se ha multiplicado por cinco entre 2010 y 2017, según recoge la 6ª edición del Índice de Dinamismo Laboral “META4 IDL”, elaborado por Meta4 y el IESE.
Dificultades en la cobertura de vacantes
Pero esto está lejos de representar la cuadratura perfecta. Ofertas y movilidad conviven con otra variable que forma parte de la misma realidad: el aumento del grado de complejidad en la cobertura de las posiciones. Hay vacantes, sí, pero no se cubren con facilidad.
Es cierto que llevamos años conviviendo con unas altísimas tasas de desempleo al tiempo que las empresas sufren la falta de talento; no es algo nuevo, de hecho, el porcentaje de directivos que manifiesta dificultades para encontrar el talento adecuado que sus empresas necesitan lleva creciendo desde el año 2008.
Es cierto que la irrupción de nuevos perfiles al calor de la economía digital explica, en gran medida, esta situación. Hay una clara y evidente escasez de talento. No hemos de obviar tampoco que el factor crisis ha tenido también su impacto directo en ello. Y es que si cambiar de trabajo siempre genera cierto vértigo, en épocas de dificultades y de crisis, ese vértigo se acrecienta todavía más todavía. Los profesionales se aferran a sus puestos, se refugian en el confort de lo conocido, y dejan la toma de riesgos y los cambios para otros momentos (en situaciones donde pueden elegir, lógicamente), lo que, sin lugar a dudas, ha añadido complejidad a la cobertura de vacantes en estos últimos años.
Miedo al cambio y a lo nuevo
La pequeña “novedad” que podemos encontrar en el actual panorama es que ese miedo, lejos de ser algo circunstancial y pasajero, sigue estando muy presente, sigue alimentándose dela erosión provocada por la crisis, y parece estar enquistándose y adquiriendo un cariz estructural.
Porque lo cierto es que pese a las señales de recuperación económica, los que nos dedicamos a la selección de profesionales seguimos encontrando dificultades a la hora de reclutar profesionales. E, insisto, no hablamos solo de encontrar e incorporar esos nuevos perfiles profesionales vinculados sobre todo con el mundo digital que han aflorado en los últimos años y que tan demandados y disputados están siendo en el mercado; sino de dificultades más genéricas que obedecen también a las reticencias y el miedo de los candidatos a cambiar de proyecto. Las empresas han sufrido mucho, y al mismo tiempo, se han visto obligadas a transformarse, y esa incertidumbre que dibuja el surgimiento de escenarios nuevos y desconocidos, los nuevos modelos de negocio, etc. están haciendo mella en los profesionales y acrecentando su vértigo al cambio…
Sensación de desactualización
Un vértigo al cambio que no sólo tiene su raíz en la búsqueda de una cierta seguridad –aún no hemos asumido que la incertidumbre y el cambio son las únicas constantes que nos vamos a encontrar- sino también, y es algo tremendamente preocupante, al miedo por no sentirse preparados para esas nuevas responsabilidades y a la sensación de sentirse desfasados en este nuevo mercado. Frases como “no estoy capacitado para poder asumir la responsabilidad”; “creo que me he quedado oxidado”… empiezan a sonar cada vez más en boca de los profesionales. Sea por los efectos del miedo todavía, por acomodo o por desactualización, o por todo ello, lo cierto es que oferta y demanda siguen sin recuperar sintonía, la distancia entre profesionales y empresas parece estar en uno de los momentos de máxima amplitud, y creciendo, y los desajustes en el mercado laboral enquistándose… Estamos, por tanto, ante un escenario que, pese a estar “barnizado” de buenas noticias y perspectivas económicas, está sembrado también de numerosas incertidumbres y profundos retos… con el talento en el epicentro de ellos.
FUENTES
1. El Consenso Económico ha sido elaborado por PwC a partir de la opinión de un panel de más de 350 expertos, directivos y empresarios españoles. En esta ocasión, la opinión fue recogida entre el 11 y el 27 de septiembre de 2017.
2. La XX Encuesta Mundial de CEOs ha sido elaborada por PwC a partir de la opinión de 1.379 máximos ejecutivos de todo el mundo.