La comunicación médico-paciente suele ser uno de los puntos más importantes de la calidad asistencial, pero, sorprendentemente, es un elemento ausente en la mayoría de planes formativos y protocolos clínicos de los profesionales sanitarios.
En los últimos años, se ha experimentado un cambio en la relación médico-paciente en la que este último ha dejado de ser un sujeto pasivo que únicamente escuchaba el diagnóstico o recibía el tratamiento. La flexibilización de la sociedad también ha hecho que el trato con el paciente sea más cercano.
Todo ello deriva, para los profesionales médicos, en la necesidad de aprender habilidades comunicativas para adaptar el mensaje a cada una de las diferentes situaciones que pueden darse.
La tecnología, además de facilitar la comunicación, también es una aliada en ese proceso de aprendizaje. La gamificación permite añadir un punto lúdico en un entorno no percibido como tal, pero además, es una herramienta excelente mediante la cual aprender sobre situaciones, formas de actuar o incluso casos clínicos. Un ejemplo para ello son los serious games. Juegos creados para formarse jugando, valga la redundancia.
Principales beneficios de la gamificación
El principal beneficio que reporta la gamificación es el aumento de los niveles de motivación, pero además, genera un mayor engagement y fideliza a la persona objeto de la acción de aprendizaje.
Por otra parte, el uso de la gamificación mejora la retención del conocimiento, ya que permite abordar el proceso formativo desde el aprendizaje experiencial, acercándonos así al modelo de aprendizaje de Kolb.
Además, la gamificación convierte un espacio de teoría en un entorno atractivo. Al potenciar el sentimiento de logro gracias a la realización de acciones, el entorno de aprendizaje se convierte en un espacio que atrapa y retiene al usuario, todo ello sin renunciar al aspecto didáctico.
¿Por qué utilizar la gamificación en la comunicación clínica?
Los serious games nos permiten orientar la dinámica del juego en base al tipo de aprendizaje a realizar. Por ejemplo, se puede desarrollar un juego con el que realizar el aprendizaje en base al encadenamiento de situaciones o tipologías de cliente.
La simulación de situaciones reales permitirá que el usuario aprenda a gestionar los diferentes momentos críticos en la comunicación médico-paciente, como por ejemplo, cómo trasladar el mensaje a la familia tras una operación. Esta tipología de juegos ayudan a anticiparse al momento y saber cómo actuar cuando se presenta la ocasión en cuestión.
Por otra parte, es fácil reconocer diferentes tipologías de clientes, desde aquellos más reservados hasta aquellos que renuncian sistemáticamente la visita al doctor. Para estos casos, un juego nos permitirá aprender a modelar el discurso para empatizar con el paciente y encaminar la conversación.
Además, un aspecto a tener en cuenta es que los serious games permiten que la dificultad del contenido se incremente conforme el usuario avanza de nivel.
Por todo ello, es más que interesante considerar la gamificación como un elemento de aprendizaje para mejorar la comunicación médico-paciente.