El abismo de la especialización
Para empezar, llama la atención cómo el concepto de especialización está todavía por implantarse en el mundo de las Consultoras de Comunicación.
Curioso este aspecto, cuando el resto de la actividad empresarial se encuentra precisamente definida por él. En este sector, sin embargo, pueden contarse con los dedos de una mano (y sobran algunos) las Consultoras que se dedican exclusivamente a la Comunicación Sanitaria.
Pero no es tan sólo una cuestión de exclusividad. Más importante todavía resulta el grado de especialización que cada consultora puede alcanzar. El abismo que separa la divulgación de salud y la comunicación científica.
Demasiados llamándose especialistas, muchos de los cuales serían incapaces de valorar, por ejemplo, la trascendencia del "Science Citation Index", e incluso algunos de ellos se enterarían por estas líneas de la existencia de unos "Requisitos de Uniformidad para manuscritos presentados a Revistas Biomédicas" que elabora el Comité Internacional de Directores de Revistas Médicas. He aquí, el marchamo que diferencia a quienes son capaces de alcanzar esa cota vedada para la mayoría que es la ciencia médica.
Cuestión de sintonía
Inevitablemente ligado a la especialización, se encuentra la experiencia. El sector farmacéutico experimenta cambios a velocidad de vértigo. Eso y su propia coyuntura lo convierten en verdaderamente complejo. ¿Qué valor tiene entonces la experiencia? Para tomar decisiones antes hay que acertar en el análisis, lo cual exige un profundo conocimiento del entorno. Algo que sólo poseen quienes llevan años recorriendo este inmenso laberinto de la salud.
Es una pura cuestión de sintonía. Nadie puede identificarse con la filosofía de una empresa o sus productos, sin haber estado durante años totalmente involucrado en el panorama sanitario.
Máscaras de cartón pluma.
A partir de lo anterior, surge el baile de disfraces. Máscaras de cartón pluma diseñadas a gusto de cada cual, según sus necesidades. En primer lugar, el tan cacareado ranking, carrera en la que de algún modo todos resultan ganadores.
No es este, sin embargo, el único espejismo. El valor actual de una Consultora de Comunicación lo marcan los clientes que tienen depositada su confianza en ella a día de hoy, no la suma de los que la tuvieron en el pasado. Como tampoco los éxitos logrados en otros campos, porque las formas de actuación son distintas en cada sector y los resultados no pueden ser extrapolados.
Igualmente no conviene dejarse embaucar por la espectacularidad. En demasiadas ocasiones, simples fuegos de artificio. Antes siempre la calidad que la cantidad. La diferencia entre entender un mensaje y captar su esencia, es la distancia que en muchas ocasiones determina los buenos resultados. Por eso nunca podrá equipararse la cantidad a la profundidad de la información ofrecida.
Queda por último un aspecto importante a destacar. La expansión por fuera de la comunicación. Nuevas iniciativas de empresarios de la comunicación a los que se les ha quedado pequeña su cuenta de resultados y buscan nuevas fuentes de ingresos en campos limítrofes; organización de congresos, ediciones, publicidad. Areas en las que la inexperiencia termina obligándoles al recurso de la subcontratación.
Un nuevo estilo de comunicación sanitaria.
Mientras la industria farmacéutica tiene planteadas multitud de incertidumbres en el momento actual, se vislumbra un futuro lleno de posibilidades, pero sólo para quienes sepan sacar el máximo rendimiento a cada oportunidad.
El futuro pasa, para empezar, por echar un pulso a la inercia y apostar por un nuevo estilo de comunicación sanitaria. Poner en la balanza el peso de las relaciones públicas frente a la objetividad racional en el momento de la elección. Abandonar falsos valores ya decadentes y ponerse en manos de especialistas con experiencia, aquellos que sin disfraz sean capaces de demostrar su calidad.