Siendo positivos

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Noviembre 2023
Siendo positivos

"Prácticamente nada es imposible en este mundo si te centras y mantienes una actitud positiva." Lou Holtz.

Por Fernando Abadía. CEO-Director General. Talento-EPHOS.

Hay tres áreas fundamentales en el entorno laboral en las que volcar nuestra actitud positiva:

* Actuar de forma constructiva.
* Promover un buen clima y no generar estrés innecesario.
* Automotivación y resiliencia.

Actuar de forma constructiva
Todos hemos podido observar en numerosas ocasiones críticas que no tenían ninguna finalidad más allá de manifestar un desacuerdo o de llamar la atención.

Las consecuencias de este tipo de actitud van siempre en contra de todos, incluyendo a la persona que lo ha protagonizado. Lo único que puede obtener es un desahogo, pero ¿qué consecuencias tiene para cada una de las personas involucradas?

Quien critica sin más, es decir, sin intención de ayudar o de aportar algo, solo puede inspirar en los demás un sentimiento de desaprobación que puede llegar a convertirse en rechazo si esa actitud es continuada en el tiempo.
Los que reciben las críticas no constructivas no obtienen ningún beneficio, y en todo caso, reciben vibraciones negativas que en nada ayudan a la buena dinámica de la reunión y la perjudican claramente para alcanzar los objetivos planteados.

Recuerdo a una persona de uno de mis equipos que se quejaba de que sin información previa era imposible priorizar el tipo de clientes para los nuevos planes de ventas. Le pregunté si se había leído el correo que le envié hacía una semana para que lo leyera antes de la reunión y de esa forma asistir a la misma con toda la información. La respuesta era que no había tenido tiempo.
La crítica que hacía esta persona no solo era una crítica destructiva que no ofrecía soluciones, además demostraba otros comportamientos y actitudes de los que hablaremos más adelante.

Apliquemos la pregunta mágica, ¿qué gano con ello? Es evidente que casi nada. Desahogo, demostrar mi disconformidad, hacerme notar. Es decir, un minúsculo beneficio a corto plazo que solo favorece a quien lo protagoniza. ¿Realmente tienen alguna utilidad este tipo de comportamientos? ¿Gano en algún sentido?

Ahora hagamos la otra pregunta, ¿qué habría conseguido si hubiera realizado una crítica con intención de ayudar y aportando alguna idea que pudiera servir para mejorar la situación? Algunos efectos que se me ocurren son que habría canalizado mi desahogo para crecer profesionalmente, que conseguiría el respeto de los demás y que cuando volviera a intervenir se me escucharía con interés.

Si hacemos el ejercicio de las dos columnas, es decir, si ponemos en una balanza los resultados que se obtienen con cada una de las actitudes, es claro que la crítica constructiva tiene muchos más beneficios a corto y a largo plazo.

He podido observar a antiguos compañeros desperdiciar la oportunidad de dar una excelente imagen ante personas muy relevantes de la compañía, como el director de recursos humanos o el propio presidente. Esos compañeros prefirieron descargar su frustración o negatividad en forma de quejas en lugar de establecer una conversación inteligente que les sirviera para conseguir un doble objetivo: dar una buena imagen y conseguir información interesante de primera mano. Y no solo perdieron la oportunidad de dar esa buena imagen ante personas tan relevantes, también lo hicieron ante sus propios compañeros. No hemos de olvidar que la vida da muchas vueltas y quien hoy es tu compañero mañana puede ser tu jefe, o puede hacer una recomendación que te abra una magnífica oportunidad profesional, ¡o puede hacerlo en sentido contrario!

Tengo que decir que también he tenido compañeros que aprovechaban siempre sus oportunidades y eran un ejemplo de actitud positiva y constructiva para los demás. Tenemos que fijarnos mucho en estas personas y aprender de ellos.

En un máster, durante una mesa redonda con directores de recursos humanos pude contemplar como algunos alumnos supieron aprovechar esa oportunidad para realizar preguntas inteligentes y vender su imagen.

Creo que estas actitudes merecen una reflexión. ¿Cómo personas en una misma situación y con un aparente objetivo común pueden utilizar su tiempo y sus oportunidades de forma diferente o radicalmente opuesta? ¿Qué se gana con adoptar una actitud negativa? Desahogarme y demostrar mi enojo. ¿Qué se gana con una actitud positiva? Se me ocurren algunas cosas: respeto de los demás, consideración, estar bien con uno mismo, etc.

Promover un buen clima y no generar estrés innecesario
¿Cuántas veces habremos visto a compañeros quejarse de cualquier cosa?

Todo le parece mal, la sala no le gusta, el horario es horroroso, la reunión o la tarea es absurda y una pérdida de tiempo…
Cuando se comienza algo de esa manera, es evidente que la predisposición de esa persona es negativa desde que se levantó de la cama. Ya lo va rumiando desde el desayuno y asiste con la intención de enturbiar el ambiente y de generar un stress innecesario y gratuito que no produce más que frustración y malestar en los demás.

Cuando te levantas de la cama temprano y vas a trabajar, lo que esperas es que al menos el día sea productivo, y si puede ser agradable, mucho mejor. Lo que no deseas ni por asomo es que alguien te lo haga más duro y llegue a convertirse en una jornada desagradable. Deseas encontrarte a compañeros que tengan tu mismo objetivo.

¿Qué consiguen con esa actitud? Descargar malestar, frustraciones o insatisfacción, hacer perder el tiempo a los demás porque ellos no desean aprovecharlo. Son por norma general personas egocéntricas que miran hacia dentro y no hacia afuera, entiendo por hacia fuera, a sus compañeros, a su equipo, a sus clientes.

Al quejarnos perdemos nuestra capacidad creativa y dejamos escapar ideas que podrían generar resultados positivos. Mientras nos quejamos nuestra mente está ocupada y bloqueada en demostrar ese malestar y no nos queda espacio para crear, imaginar, incluso para disfrutar.

Este tipo de personas suelen gastar las energías de quienes están alrededor. Son como un motor que hace mucho ruido y gasta combustible en exceso, es decir, son ineficientes y contaminantes.

Me viene a la mente alguien que se quejaba de que la sala en la que estábamos era un poco pequeña, que estaban algo apretados y se notaba calor. Cambiamos de sala y se quejaba de que no se oía bien al fondo de la sala, sin embargo, no decía que ahora si que se encontraban con mucho más espacio y sin calor.

También recuerdo el caso de alguien que exigía mucha rapidez, pero era de los que no solía cumplir con los plazos.

Por el contrario, hay muchas personas que aceptan los pequeños inconvenientes o incomodidades con naturalidad y dan importancia a lo que es realmente importante y relevante. De esa forma, disfrutan y aprovechan todo lo positivo e interesante que hay a su alrededor.

Quejarse es fácil y aparentemente gratis. Pero al final tiene su precio, porque te impide desplegar tu mente, que se va replegando sobre sí misma perdiendo la capacidad de crear, de innovar, de razonar y de disfrutar.

Si aplicamos la pregunta ¿qué habría ganado si hubiera actuado de otra forma, por ejemplo, entrando con buen ánimo y con ganas de colaborar?
Por lo pronto, entrar con un ánimo constructivo y de colaboración hace que los demás no nos rehúyan y nos miren de otra manera.

Además, los comportamientos del ser humano tienen un efecto mimético, es decir, de contagio. Si generamos malestar, podemos influir en los demás para que se sientan mal. Si aportamos buenas vibraciones y nos ofrecemos a colaborar, los demás perciben esas vibraciones positivas y también se despierta en ellos el deseo de colaborar. Es realmente sorprendente lo que una actitud puede conseguir. ¡Y es tan fácil!

Automotivación y resiliencia
Hay dos posibles fuentes de motivación, la externa y la interna. La externa nos sale gratis, es decir, no hemos de realizar ningún esfuerzo mental para motivarnos. Pongamos un ejemplo. Desde hace mucho tiempo tengo un gran deseo de trabajar en una posición determinada en mi empresa, pero hasta ahora no había vacantes, y de pronto, surge una y me la ofrecen. ¡La motivación es muy potente! y me llega del exterior. No tengo que hacer nada para entusiasmarme, ¡ya estoy entusiasmado, emocionado y tremendamente motivado con la oportunidad que se vislumbra ante mi!

Cuando no hay una fuente externa tan potente, debemos ser nosotros mismos los que nos motivemos, es decir, tenemos que automotivarnos.
¿Cuándo necesitamos automotivarnos? Siempre, pero de forma especialmente importante cuando surge algún problema.

Hay personas que tienen tendencia a desmotivarse a la primera, es decir, cualquier obstáculo les parece insalvable y tiran la toalla, desanimándose y pensando que es imposible encontrar una solución y por tanto es inútil esforzarse.

Hace muchos años tuve un compañero que nada más conocer los objetivos de ventas para el año tiró la toalla. Para él ya estaba claro, imposible de conseguir. Finalmente, no alcanzó el objetivo, pero la mayoría de sus compañeros sí que lo hicieron. ¿Qué le había ocurrido? El objetivo le había desmotivado y eso hizo que su mente estuviera en “stand by”, es decir, su mente no tenía combustible suficiente para trabajar de forma eficiente. La motivación es el combustible de la mente. Si no hay una motivación externa o si no somos capaces de automotivarnos, la mente funciona al mínimo de su capacidad. No hay cabida a las ideas ni a los planes estratégicos que me ayuden a alcanzar mi objetivo.

¿Qué he ganado con ello? Deprimirme, vaciar mi mente de ideas y no conseguir mis objetivos. Es evidente que no es una actitud que nos interese.

Y si hacemos la pregunta mágica “¿qué habría conseguido si en lugar de desmotivarme opto por tomármelo como un reto?” La respuesta es que a partir de ese momento comenzamos a recargar la mente de combustible. Ponernos un reto es una forma de automotivarnos, porque el hecho de pensar en que podemos alcanzar ese reto nos da energía y nuestra mente se abre y comienzan a generarse ideas que nos pueden ayudar.

¿Qué más gano con esa actitud? Comienzo a ser autosuficiente. La sensación de sentir que puedo afrontar los problemas sin lamentarme y sin tener que recurrir o pedir ayuda a otros es muy gratificante y me genera cada vez más autoconfianza. Es cuestión de probarlo. Si nunca has actuado de esa forma, pruébalo. Es un paso más hacia la autorrealización.

¿Qué es la resiliencia? Una forma de definirla es la capacidad que tenemos para crecer personalmente y aprender de los problemas, de los fracasos y de las frustraciones. Una persona resiliente es capaz de levantarse después de cada traspiés y obtener un aprendizaje que la hace más fuerte y más sabia.
La resiliencia está muy relacionada con la capacidad de automotivación. Si no somos capaces de automotivarnos no tendremos la resiliencia suficiente para superar los problemas. Para ser resiliente necesitas automotivarte.

Un ejemplo de resiliencia lo viví hace poco. Conocí a una alumna de un máster que tenía la confianza de que la empresa en la que estaba realizando las prácticas contaría con ella y le haría un contrato. La empresa no la contrató, sin embargo, en solo unos meses entró en una importantísima compañía en una de las posiciones más deseadas en el sector farmacéutico. Además, se encontró con algunos obstáculos en el máster, situaciones que no le gustaban pero que fue capaz de asimilar y aprender de ellas. Esta chica tenía confianza en sí misma y sabía que para conseguir sus metas tenía que luchar, ser flexible y no tirar la toalla. Esta chica es resiliente.

Algunos dicen que la falta de resiliencia es el mayor problema que tienen los millenials. Siendo ese uno de los aspectos que tienen que trabajar, creo que la clave en algunos de ellos está en su actitud general.

Una de las causas que lleva a la desmotivación es la ansiedad de querer obtenerlo todo demasiado rápido, olvidando disfrutar del proceso, del ahora. Disfrutar del momento es una buena terapia para no frustrarse.

No todo lo que se hace debe tener un objetivo, podemos centrarnos en poner todos los sentidos en lo que estamos haciendo en ese instante y disfrutar con el proceso, dejándonos llevar exclusivamente por las sensaciones. Es una terapia similar al yoga y a otras técnicas de relajación. Cuando buceamos, si pensamos que nos queda poco aire y que no vamos a llegar al punto objetivo, seguramente no llegaremos. Sin embargo, si comenzamos a bucear moviéndonos lentamente y disfrutando de la sensación tan agradable de estar rodeados de agua siendo nosotros los que marcamos nuestro propio ritmo, llegaremos y nos sobrará aire.

Si queremos obtener las cosas demasiado rápido, nos frustraremos, porque es ley de vida que las cosas no se suelen conseguir a la primera. Repito, las cosas no se suelen conseguir a la primera. Pensemos en los muchos fracasos que han obtenido cientos de personas que después se han convertido en referentes en la ciencia, en la literatura o en otras disciplinas.

Tenemos derecho a equivocarnos y además, es conveniente. Del error se aprende, y el que no lo haga, tiene un grave problema. Cuando somos jóvenes nuestra mente no mira el presente y hacia el futuro como lo hacemos de adultos. La urgencia está cada vez más presente en los jóvenes y la reflexión ha dejado paso a la necesidad de inmediatez. Cuando nos obsesionamos con conseguir algo ya no aprendemos, pues nuestra mente está ocupada en otra cosa. Cuando nos olvidamos de que queremos algo inmediato y centramos nuestra atención en disfrutar de lo que estamos haciendo, conseguiremos lo que queremos, quizás no tan rápido como habríamos querido, pero con más calidad, aprendiendo, creando y disfrutando.

Cuando digo creando, hablo de abrir tu mente a la creatividad. Mientras la obsesión la cierra, disfrutar del ahora la abre. Es algo automático. Si alguien no ha experimentado nunca esa sensación ni cree que eso sea así, que haga la prueba.

La línea recta no es siempre el mejor camino, ni el más rápido. La resiliencia o resistencia para salir fortalecido aprendiendo de los fracasos o frustraciones es una de las grandes cualidades para conseguir nuestros objetivos. Recordemos pues: línea recta y obsesión suelen ser enemigos de nuestro camino hacia la consecución de nuestros objetivos.
 


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