
Escrito por el equipo de Be On Retail.
En los últimos años las redes sociales han dejado de ser un espacio reservado para el ocio, llegando a convertirse en un canal de comunicación estratégico para los negocios y la divulgación, lo cual engloba también al sector científico y sanitario.
A día de hoy tanto los profesionales de la salud, los investigadores, las instituciones y las compañías farmacéuticas se encuentran en plataformas como LinkedIn, X (antes Twitter), YouTube o incluso Instagram, lo que implica una vía directa para llegar a médicos, pacientes y a la sociedad en general.
Sin embargo, en este escenario se abre un nuevo reto: ¿cómo trasladar contenidos científicos sin sacrificar la precisión ni trivializar la evidencia? La línea entre hacer accesible la información y caer en simplificaciones excesivas es muy fina. Y en un sector donde la credibilidad lo es todo, un error de comunicación puede traducirse en pérdida de confianza o, peor aún, en desinformación.
El desafío de comunicar ciencia en un entorno rápido y superficial
Las redes sociales viven de la inmediatez. Lo viral, breve y visualmente atractivo suele imponerse frente a lo complejo. Esto contrasta con la propia naturaleza de la ciencia, que exige matices, rigor metodológico y datos contrastados.
El riesgo es doble:
* Simplificar en exceso hasta distorsionar la información.
* Exagerar resultados para ganar visibilidad, sacrificando la fidelidad a la evidencia.
Por eso, el primer paso es asumir que la comunicación científica en RRSS no puede replicar el mismo formato que un paper o un congreso médico, pero tampoco debe diluir el mensaje hasta perder una parte relevante del mismo.
Principios para un marketing médico riguroso en redes
La experiencia demuestra que es posible generar impacto en redes sociales manteniendo la precisión científica. Algunas claves:
Veracidad contrastada: solo difundir información respaldada por evidencias sólidas, guías clínicas o fuentes reconocidas.
Lenguaje claro: traducir tecnicismos sin banalizar. No se trata de eliminar términos médicos, sino de contextualizarlos.
Transparencia: citar siempre fuentes y declarar si el contenido está vinculado a una compañía o producto.
Adaptación al canal: un post en LinkedIn no debe construirse igual que un hilo en X o un reel en Instagram.
Estos principios refuerzan lo que en marketing sanitario llamamos el triángulo de confianza: rigor científico, cumplimiento normativo y claridad comunicativa.
El valor de la consultoría: estrategia antes que táctica
Un error frecuente en las compañías es lanzarse a publicar sin tener claro qué objetivo persiguen en redes sociales. ¿Buscan notoriedad? ¿Reputación científica? ¿Generar diálogo con profesionales? ¿Educar a pacientes?
Aquí la consultoría aporta valor diferencial: ayudar a definir el para qué antes del cómo. La estrategia debe responder a preguntas como:
- ¿Cuál es el público objetivo: especialistas, médicos de atención primaria, pacientes, decisores institucionales?
- ¿Qué tono comunicativo es adecuado para ese target?
- ¿Qué formatos (vídeo, infografía, artículo, debate online) son más eficaces?
- ¿Qué indicadores (KPIs) realmente miden el éxito: engagement, seguidores, leads cualificados, participación en debates científicos?
De este modo, la comunicación en RRSS deja de ser táctica para convertirse en una herramienta de marketing médico alineada con objetivos de negocio y con el propósito corporativo.
Redes sociales como laboratorio de insights
Las redes no solo sirven para difundir; también son una fuente inigualable de escucha activa. A través de ellas, es posible:
- Detectar nuevas preguntas y necesidades clínicas.
- Observar cómo reaccionan los profesionales ante estudios, congresos o lanzamientos.
- Analizar qué temas generan más debate o controversia.
En este sentido, las RRSS son un termómetro en tiempo real del ecosistema sanitario. Y la consultoría puede ayudar a transformar esos datos en insights estratégicos que guíen decisiones de marketing, acceso y posicionamiento.
Casos de uso: cuando el rigor suma valor en redes
Algunos ejemplos ilustran cómo mantener el equilibrio entre claridad y rigor:
Campañas de concienciación en patologías poco visibles: donde se explica la enfermedad con lenguaje sencillo, pero siempre citando fuentes médicas y con aval de especialistas.
Cobertura de congresos médicos: donde las RRSS se convierten en altavoz inmediato de resultados científicos, siempre con cuidado en la interpretación y sin caer en titulares sensacionalistas.
Formación continua en formato microlearning: cápsulas de vídeo o infografías que simplifican contenidos complejos sin perder la referencia a estudios clínicos.
En todos los casos, el éxito radica en encontrar un lenguaje puente: ni tan técnico que resulte inaccesible, ni tan simplificado que pierda credibilidad.
La comunicación científica en redes sociales no es una moda pasajera, sino una necesidad estratégica para el sector salud. Los profesionales y pacientes buscan información allí donde ya pasan gran parte de su tiempo, y las compañías que sepan responder con claridad, rigor y responsabilidad serán las que consoliden su reputación.
El reto no es solo “estar” en redes, sino tener un propósito y cumplirlo, con mensajes que aporten valor, construyan confianza y refuercen el vínculo entre ciencia y sociedad.
Y es aquí donde la consultoría de marketing de salud y una estrategia sólida redes sociales juegan un papel esencial: transformar la complejidad de la ciencia en comunicación accesible, sin perder precisión, y poder alinearla con los objetivos estratégicos de cada compañía.
Porque en salud, más que en ningún otro sector, el rigor no es negociable.
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