Por Eduardo Domínguez, Supervisor Creativo en VMLY&R Health España.
De que estoy comprometido activamente con la sostenibilidad y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 me enteré por casualidad. O, mejor dicho, por error.
Y es que hace unos meses tuve que encargarme de inscribir una de nuestras campañas en un festival español de publicidad. Y con la cosa de que era la primera vez que me tocaba una tarea así, de que este festival tiene muchísimas categorías y subcategorías, de que había que hacer bastante papeleo y de que no tenía las gafas puestas, por equivocación hice clic donde no era e inscribí una campaña de salud en una categoría de “Desarrollo Sostenible”. Ipso facto llamé al teléfono de contacto del festival para enmendar la situación. Pero para mi sorpresa, me informaron de que no había error alguno: la salud es uno de los puntos más importantes en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030.
En palabras de la ONU, la Agenda 2030 contiene 17 puntos diferentes que velan por el mismo objetivo de “constituir un llamamiento universal a la acción para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y mejorar las vidas y las perspectivas de las personas en todo el mundo”. Dentro de este marco, el tercer punto está dedicado a la salud y a la importancia de garantizar una vida sana y promover el bienestar para todas las personas a través de diferentes caminos. Dos de esos caminos son los que nos llevan a quienes trabajamos en agencias y clientes de health a convertirnos, casi sin darnos cuenta, en activistas.
Porque pensemos un momento en esto. Activista es aquella persona que está implicada activamente en generar un cambio en la sociedad cuando en esta hay quienes carecen de algo esencial para el desarrollo de su bienestar.
Teniendo en cuenta lo anterior, reflexionemos sobre el punto 3.4 de los ODS 2030, el cual tiene como objetivo “reducir en un tercio la mortalidad prematura por enfermedades no transmisibles mediante la prevención y el tratamiento y promover la salud mental y el bienestar.” Sabiendo esto, piense en cuántas campañas ha llevado usted a cabo con la intención de concienciar sobre la importancia de la prevención y el diagnóstico temprano de enfermedades como el cáncer. Probablemente no pocas.
Pero espere, que aún hay más. El punto 3.8 tiene la intención de “lograr la cobertura sanitaria universal, en particular la protección contra los riesgos financieros, el acceso a servicios de salud esenciales de calidad y el acceso a medicamentos y vacunas seguros, eficaces, asequibles y de calidad para todos.” Dígame de nuevo, ¿cuántos días de su vida dedica a crear campañas para conseguir que las instituciones financien tratamientos a pacientes de enfermedades agresivas para que puedan tener una mayor esperanza de vida? Yo diría que muchos.
Tanto es así que si juntamos las respuestas a las dos preguntas anteriores lo que obtenemos es que, desde hace ya un tiempo, usted tiene un compromiso con mejorar la vida de muchas personas que se encuentran en una situación de salud desfavorable por no tener quizás el acceso o los medios que les garanticen tener a su alcance los diagnósticos oportunos, tratamientos innovadores o simplemente la prevención frente a enfermedades graves.
Vamos, que quizás ya lo sepa. Pero si no, se lo digo yo: usted es activista y no lo sabe.
Es cierto que mezclar una palabra tan cargada de significado como el activismo con lo que agencias y clientes hacemos puede sonar, quizás, antagónico. Y es que cuando pensamos en un o una activista de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, lo primero que imaginamos es una persona de acción, de calle, de primera línea con pancarta en mano. Sin embargo, hay un tipo de activismo aún no muy conocido el cual las agencias y los clientes de health, aún sin saberlo, llevamos a cabo. Nuestro activismo es el de las ideas. Es lo que llaman activismo creativo.
El activismo creativo se refiere a usar el poder de la creatividad en pos de generar cambios a nivel político, cultural y social con el objetivo de mejorar la vida de las personas creando engagement entre actores sociales y stakeholders. Como tantos otros conceptos revolucionarios, el activismo creativo tiene su origen en el arte, concretamente en el activismo artístico o artivism en inglés, el cual nació durante la convulsa década de los sesenta.
Desde que llegué al sector de salud, los puntos del tercer apartado de los ODS 2030 conforman la línea continua de mi día a día. En estos años, he tenido la suerte de participar en campañas creativas como Cuadros con Esperanza, Invisibles y Dogs Without Borders entre otras. Con ellas hemos conseguido provocar cambios en la percepción que tienen legisladores y decisores acerca de enfermedades que antes no formaban parte de su agenda política; hicimos posible visibilizar y ensalzar el importante papel de los cuidadores de pacientes con Atrofia Muscular Espinal para que la sociedad no olvidase que existen y, por último pero no menos importante; hemos llevado perros capaces de diagnosticar cáncer a comunidades recónditas donde ni los médicos ni la maquinaria hospitalaria son capaces de llegar para así evitar muertes prematuras. El activismo creativo, sentir que estoy dando algo al mundo, es hoy en día un punto innegociable de mi vida profesional. O con lo que hago siento que aporto, o me aparto. Y mi caso no es el único.
Para la nueva generación de profesionales, que su trabajo sea transcendente y relevante ya no es algo deseable, sino imprescindible. Según una reciente investigación llevada a cabo por Ranstaad, la Generación Z prioriza sus valores por encima de cualquier otra cosa cuando toman una decisión con respecto a su carrera, incluido el dinero. De hecho, al 42% de la Generación Z no les importaría percibir un salario menor si sienten que su trabajo está contribuyendo en algo al mundo o a la sociedad. A las empresas, no cumplir con las exigencias de los jóvenes puede no salirles gratis. Los centennials demandan una transformación en el propósito social de las organizaciones. Si estas no ponen en el centro de sus valores los esfuerzos suficientes para mejorar el mundo, la nueva hornada de talento cruzará la puerta. O peor, puede que ni siquiera entre por ella.
Seamos de la generación que seamos, es difícil no admitir que las ideas y los valores son actualmente el motor del mundo. En este sentido, el auge del activismo creativo está poniendo de manifiesto algo que agencias y clientes de health llevamos intuyendo desde la pandemia, pero que aún, por algún motivo, no nos llegamos a creer del todo a pesar de las evidencias. A través del poder de las ideas, nuestro sector, tiene la oportunidad de pasar a la acción y mejorar la vida de millones de personas. Ojalá tomemos conciencia total de ello antes del 2030.
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